Jineteras, jineteros de la patria mía.


¿Quién se hubiera atrevido en otros tiempos a decirle al viejo Lima que su nieta preferida iba a ser jinetera? Puta, querrán decir, porque eso de jinetera era ahora, en su época vivían por el manglar y las personas decentes no las trataban, aunque algunos recibieran sus servicios.

 Las cosas habían cambiado mucho pero lo más que le angustiaba al viejo Lima era lo rápido que iban. La chiquilla que hasta matriculó Medica para complacerlo, el siempre soñó con un médico en la familia para cuando le llegaran los años duros.

A la niña, la vida se le complico cuando el periodo especial, al menos esa era su justificación que parecía muy aceptaba por la moral de la época. Ella era linda, con un cuerpo espectacular, no tenía otra riqueza, era su dote, en otras épocas la venta se efectuaría de otro modo. No había heredado nada de la legendaria fortuna de los Limas de Matanzas, todo se lo habían quitado cuando llegaron ellos y aun estaban en el poder. Tampoco, a mi modo de ver heredo el abolengo  ni rancia honradez de sus mujeres, ni el orgullo ni nada por el estilo, eso son cosas de cuando las abuelas eran mujeres de un solo hombre.

Había que sobrevivir a la crisis, ya habían pasado otras y siempre hubo soluciones que  eran aprobadas  desde el Comité Central del Partido Comunista, ahora, los jóvenes por primera vez iban a ser protagonistas de su realidad.

Yadira, no conocía todavía el amor, nunca se había enamorado, las cosas habían cambiado  profundamente y habían calado hasta el cerebro y las emociones y sentimientos se iban transformando a su vez y eso que alguien dijo, no recuerdo quien, pensamos como vivimos fue un evangelio.



No había despertado en ella el sentimiento del amor pero si su sexualidad estaba al tope, le llego con el asombro que a todos nos llega, tal vez venga bien eso de que fue en el lugar equivocado, a la hora equivocada. Los misterios fueron desapareciendo y empezó a manejar su sexualidad de manera más provechosa, claro que el viejo Lima, nunca la entendió y la niña empezó a sacarle partido a su exuberante belleza tropical, con ese misticismo que la caracteriza, algo negro bullía en su sangre, la pasión ibérica y el Caribe, fue un ajiaco criollo perfecto para sus planes, dicen que el viejo Lima confesó antes de morir, maldita mezcla para los nacidos en esta isla perdida en el mar.

Empezaron a llegar los pepes, los italianos, los alemanes, los árabes, los canadienses, buena cosecha para los jineteros y jineteras, al principio no hubo que disputárselos, cuando la industria empezó a crecer, había que jinetearlos al duro, había llegado la competencia y había que lucharla.




En fin que la linda muchachita pudo comprar la casa que los Limas habían perdido allá por los años 60, dicen las malas lenguas que hasta al viejo Andrés se le soltaron las lágrimas, que los tiempos cambian, sí señor.

Nota:
 No todos los jóvenes cubanos vieron en la prostitución una solución a la crisis, muchos abandonaron el país, otros allá se quedaron y hoy se enfrentan a los sicarios y cada día se suman más hombres y mujeres que se enfrentan en las calles a la caduca y cruel tiranía de los Castro, asombrando al mundo.

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