Edelmirita IV


El día que los muertos se cansaron de tantos lirios invadieron las calles del pueblo, después se supo que todos fueron reconocidos y hasta algunos que los dieron por muertos no estaban, otros como la hija del tío bobo, nadie sabía que había muerto y allí  con su batica de tafetán y un lazo punzó en la cabeza mirando a todos lados, quedaron asombrados al verla, las cosas de la vida, como puede morir alguien sin enterarse en el pueblo, esto dio origen a muchos chismes y hasta la justicia se interesó y empezó a reconocer a los muertos sublevados: pero le dio color al desteñido pueblecito que languidecía y solo le quedaba la historia de la extraña mujer que habitaba en la casona 42, porque en el pueblo carecían de nombres las calles, no fue hasta que llegó aquel señor con porte detectivesco, más parecido al Dr. Watson que a Holmes, que las cosas comenzaron a cambiar, entre otras, le dio nombre a todas las calles, eso sí, los que a él le vinieran en ganas,  te encontrabas con nombres como estos San Juan y González, siempre me pregunté que tendría que ver el santo con González, el tendero del pueblo , seguro que era él porque era el único con ese apellido por todo aquellos alrededores, que los otros González vendrían luego a invadir al pueblo. Así pasó con los nombres de los Arcángeles y fueron surgiendo otros pintorescos que a veces los pueblerinos bautizaban a su manera.


 Todo esto era muy curioso, lo mismo había sucedido años atrás con los narcisos, cuando su olor empezó a impregnarse por todo el pueblo y  ellos salieron de sus tumbas y los arrojaron a la puerta de iglesia. Ese fue el primer día que se le vio en el pueblo al susodicho Dr. Watson, era bajito, el rostro lo ocultaba bajo el sombrero y nadie nunca se lo vio, fue el hombre que solo se ocupó de llevarlos a una hoguera .Le empezaron a llamar Siso, me supongo que por eso de los narcisos y su cremación,  claro que no se llamaba así, misterios que aún se desconocen, de donde venía y cuál era su verdadero nombre, quien va llamarse así. Entonces sí que hubo comentarios cuando la esposa del párroco lo vio entrar a casa de Edelmira ¿Disfrutaría la santa de las ofrendas de varón? La idea fue desechada por lo menos de este hombre que al parecer no tenía nada de atractivo y todos pensaban que una mujer tan acariciada por la malicia del pueblo no podía caer en brazos de un amante tan desvencijado, aunque si de varón por los hijos que dejo sin nombre por todo el pueblo.

 Años después cuando se supo la verdadera historia de esta mujer, no faltaron parroquianos que quisieron llevar a Roma los votos para hacerla Santa, siempre pensé que exageraban pero así son los pueblos, hubo quien en silencio le rezara pidiendo por los amores imposibles y otros entuertos y conjuros que se hicieron en su nombre. ¿Pero que tenía que ver este recién llegado en todo esto? Siempre se le veía entrar sigilosamente a las 7 PM  y salir a las dos horas exactamente a la casona de las afueras. Muchas fueron las preguntas sin respuestas. Lo que si coincidió fue que ambos llegaron juntos al pueblo, el padre Arcadio Rojas y él , a la sazón , Edelmira tendría unos 16 años, estaba en eso momentos en que la belleza empieza a aflorar, augurando lo que sería después.

  Las campanadas de la parroquia envuelven al pueblo en una modorra que incita al deseo de los amantes, la palabra pecado se adueña de la ciudad, ni rezos, ni avemarías disuelven los besos, junto a la sacristía donde se esconden los pecados. Es el momento que el alma queda atrapada por las eclesiásticas sonrisas, en una rara sinfonía de miedos y requiebros.

georgina miguez lima ©.

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