LA CAMA VACÍA. Capítulo 11 “La embajada del Perú”

“Aún no estoy preparado para no tenerte

y sólo recordarte...
Aún no estoy preparado para no poder oírte
o no poder hablarte,
no estoy preparado para que no me abraces
y para no poder abrazarte.”

Pablo Neruda.

Ale,

no pienso regresar, se nos terminó el tiempo, el asombro de la tarde marcó nuestro camino, sólo somos el aroma de esa flor, el perfume de las rosas nos indica que no habrá nuevos regresos...No puedo atraerte hacia mi. No hay huellas, las nubes que nos saludaban en las tardes de amor se marcharon, sólo nos quedará el sabor de algunas caricias robadas a los atardeceres, ya no existen los besos que rompen el silencio y se esconden en las paredes.

 La ciudad no nos dará la oportunidad de nuevos encuentros, debemos regresar y caminar separados, sólo nos quedan algunos recuerdos guardados en los muros que fueron testigos de nosotros, de nuestro amor..
No voy a regresar... 

Yamila

 Me estaba torturando, las lágrimas no bastaban...el silencio ahogaba mis palabras y se quedaron impresas en aquel papel que en un momento arrugué y eché al cajón… pero lo recogí…y lo guardé dentro de mi bolso... al otro día se lo entregaría dentro de un libro...

Me levanté al aclarar, apuré a los niños y salimos a la calle. Evidentemente algo estaba pasando, los vendedoras del Granma gritaban, gritaban…
---Entérate…entérate, la escoria se metió en la Embajada del Perú….Entérate, mataron a un policía de la embajada, una guagua llena de gente entró a la sede ,los gusanos la tirotearon y mataron a uno, el gobierno revolucionario rechaza la acción y le pide al embajador peruano, Ernesto Pinto Basurto la entrega de los apátridas, el embajador peruano se negó. Fidel decide quitarle toda la seguridad a la embajada y advierte del peligro de darle asilo a esos asesinos, vagos, escorias y delincuentes…Entérate de la noticia…

Era el 1 de abril de 1980, era mi cumpleaños…
Todo estaba cerrado, no había clases ni trabajo, la consigna, todas para la embajada a darle un acto de repudio a los que estaban dentro porque ya para esa hora eran miles, no se sabía cómo eran convocados pero sumaban miles y miles llegaban como enjambres, se atiborró el pequeño edificio y se les veía desde afuera, unos sobre otros, escenas dantescas, niños, mujeres, ancianos porque llegaron familias enteras. Comenzaba una de las etapas más negra de nuestra historia, los actos de repudio y el éxodo del Mariel., salieron en unos días mas de 150 mil cubanos de la isla
Me fui con mis hijos al PRE, ya las guaguas que nos llevarían estaban listas, la idea era pasar frente a la embajada más de un millón de personas, gritando toda clase de ofensas e injurias, malas palabras, de todo, se desataron las bajas pasiones de muchos alentadas por los órganos del gobierno y desde luego todos estaríamos allí, se suspendieron los trabajos, las clases, la vida del país se paralizó y se puso al servicio del gobierno. A los que allí estaban, que bien podría ser uno de los que gritamos porque después se supo que muchos de los que marcharon en las primeras horas entraron más tarde, el gobierno peruano los acogió momentáneamente y Fidel en un acto de soberbia les quitó la protección policial que tenía en cada embajada.
Pensé que no vería a Ale ese día y me entristecí, pero mi sorpresa fue grande cuando en medio de la marcha sentí su voz, me había buscado dentro de aquel gentío, casi nos besamos sin tener en cuenta los niños que iban conmigo. Todos gritaban las consignas elaboradas por el gobierno que se escuchaban por los altoparlantes y que después todos repetimos. En eso mientras hablaba con Ale mi mente viajo lejos del escenario de los acontecimientos y me parece oír como un susurro lejano la voz de Javier, no puedo negarlo, sentí un sobrecogimiento no si de vergüenza o de dolor.

--- ¿Mami?  ¿Tú no gritas? Grita...  todos lo hacen…

Los miré a los dos...----Nunca había sentido una pena tan grande, Dios mío, mis hijos gritaban esas consignas, malas palabras, palabras cargadas de odio que ellos no conocían sus significados pero ya el gobierno se las ponía en sus bocas. Sentí unos deseos muy grandes de llorar, miré a Ale y vi en su rostro el mismo dolor.
No, ese día no tendría valor de entregarle la carta, decididamente, no.
De pronto Javier se colocó entre Ale y yo, lo hizo abriendo una brecha, estábamos cogidos de las manos y él las desató y oigo que nos dice o mejor le dice a Ale, porque lo miraba a ‘el, no a mí, todo el tiempo.
-- Mamá ¿Ya le contaste a Alejandro que mi papá viene pronto?



Continuará…