De la serie: Cuentos para internautas. Microsoft Word.
A la memoria de Mario, mi
confidente y amigo por allá debe andar... ¿Se acordará de mí? Un beso Mayito.
Un nuevo vecino llegó al
pueblo y se mudó al fondo de la casa de los Martínez, como siempre ocurría
desde hacía muchos años. Nadie supo nunca de donde venía, cada cual empezó a
buscarle un lugar de origen, a mí siempre me pareció un resultado de la
globalización, por ejemplo hablaba en todos los idiomas, dialectos y lenguas
muertas, siempre andaba muy a prisa hablando desde un aparatico que no soltaba, eso sí muy atento a su forma de caminar que parecía
algo estudiada, su atuendo, algo raro, parecía que estaba buscando su
identidad, los Martínez que fueron quienes más lo trataron decían que la había
perdido junto con su virginidad.
El mismo contó sus peripecias
para llegar hasta allí, siempre pensé que se creía una especia de Ulises de la
modernidad y eso es para otro cuento. El citadino contaba que se encontró por
el camino a unos mellizos que le pidieron qué comer, contaba que cuando fue a
su jubón por un pedazo de pan, habían desaparecido sin dejar rastro, después se
encontró con el conejo blanco que se transformó en azul en un quitate p’allá y
con un chico muy bello, enfatizaba que le mostró su sexo. Mientras él siguió su
camino hasta el fondo de la casa de los Martínez.
Muchos, empezaron a averiguar
por su sexo, por su identidad, ni los Martínez supieron definirlo, solo después de su muerte que
nunca pudo ser aclarada del todo, ni después de la autopsia, hasta se habló de
un trashumando, poshumano, heterosexual, un dentista, un ingeniero, un cineasta, un fotografo,un trasculturado, un travesti, un transexual, era lo mas parecido a un androgeno, palabrita que se puso de moda por aquellos tiempos, a la verdad existían
muchas palabras para ubicarlo.
Era una situación difícil para las autoridades del censo que se hizo al poco de su llegada, como decirle y usted a que sexo biológico pertenece, su respuesta, dicen que siempre fue, soy un globalizado. Muchos empezaron a verlo como un espantapájaros más del jardín de los Martínez, sobre todos los que no tenían conexión con Internet.
Era una situación difícil para las autoridades del censo que se hizo al poco de su llegada, como decirle y usted a que sexo biológico pertenece, su respuesta, dicen que siempre fue, soy un globalizado. Muchos empezaron a verlo como un espantapájaros más del jardín de los Martínez, sobre todos los que no tenían conexión con Internet.
Se empezó a regar por todo el
pueblo, por toda la nación que no era gay; era ...., bueno esa palabra si suena fea... Atentos, la expresión del rostro, la caída y languidez de
los ojos, las maneras y las formas de comportarse los descubren y el chisme y la
envidia los define. Así sucede con las mujeres, no es lo mismo ser puta que
ramera, lesbiana que tortillera. Los gay y las lesbianas, las prostitutas no
tienen que irlo pregonando por el mundo, ni sentirse orgullosos por serlo, solo
eso son, príncipes y princesas que llegan con otro cuño, nunca he oído hablar
del orgullo heterosexual, bueno, me queda lo del nombre y el apellido de este
ejemplar globalizado que cayó, no del cielo, ya eso estaba descartado, no era
un ángel.
Se llamaba Microsoft Word, que
nombrecito para los que vivian sin Internet, yo que siempre ando asombrada por
las redes de mundo , me quedé impresionada, le decían Micro, al principio y que
me perdone su memoria que debe andar por el cielo, porque todos los muertos van
para allá, pensé que era una forma abreviada y cariñosa de Microbio.
Contaban los Martínez que no vivía
solo el Micro, que vivian cientos de personas con él y que en las noches se oían
voces vetustas, enrarecidas, gemidos… dame el link, está en el post… ahora…
ahora… todavía brother… ya, ya… ya, pasame un email… no por Skype… tira la foto…
tirala… ahora, que se vea… bro,
suspiros, gemidos, ya la tengo, genial, genial y todos empezaron a pensar en un graduado de algo asi como, bueno es muy enredado, a eso antes se le llamaba leer las manos, el tarot, como decimos hoy y otras boberias con que tenia a muchos aletargados.
Cuando la globalización les llegó a todos, supieron
por Internet vía Skype, confieso que fui una de las ultimas en enterarme,
el secreto de Word porque por esa época ya le tenía cierta lastimilla y dejé de
pensar en Micro, más respeto que no era un mal tipo, era un infeliz.
Cuando murió a las 4 de la tarde de un día 3 de mayo, los
Martínez, los primeros en enterarse por el olor a sándalo que salía por todas las rendijas de la casa, los alertó y rompieron la puerta. Sólo se
encontraron con los mellizos, el conejo que había decidido quedarse en azul y
el muchacho que un día le enseñó su sexo, estaban secuestrados dentro de una
vieja computadora.
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