Tu recuerdo…
".. la palabra humana es como un caldero cascado
en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos,
cuando quisiéramos conmover a las estrellas."
No tuvo valor, aprendió que no vale deshojar
margaritas, ni aullar en las noches de lunas, que el misterio está en el camino
cuando lo confundimos y nos desviamos y seguimos de largo.
Aquel día, sintió que un
susurro le arañaba la piel y se dijo es el gato del vecino, no puede ser él
y caminó hasta el callejón donde van a parar todos los sueños y los cantos de
los piratas y allí supo que las fantasías no se irían nunca de su lado y quiso
quedarse enredada en ellas para siempre.
Había vivido entre duendes y aparecidos, en
castillos inventados, en la soledad y en el silencio de los libros, donde ella
encontraba todas las voces, a sus personajes, todos los misterios y aventuras
que la rodearon siempre, él seria todo eso y mucho más, le atribuiría todo lo
que había aprendido en las noches cuando a escondidas buscaba la complicidad de
alguna lucecita que se fugaba a su balcón y leía hasta el amanecer.
Era un secreto y por qué no, su pecado,
siempre le había gustado esta palabrita por lo que encerraba, lo prohibido, lo
que otros no entendían y condenaban, como no era religiosa, no tendría que
confesarlo al cura del pueblo, tal vez alguna vez le los contaría a algún extraño,
los desconocidos están llenos de sorpresas y siempre nos asombran con sus
historias… esas que tanto le gustaban, muchas veces inventadas pero llenas de
una realidad que no la asustaba, siempre estuvo entre lo real y lo irreal, en
un mundo suprarrenal, soñado, en un cielo que no era azul porque era el suyo y
tendría otro color que todavía no existía, nadie lo había visto ni inventado,
era otro secreto.
Y esa noche soñó que él regresaba de su ciudad
futurista con toques góticos y pensó en Quasimodo, nunca había visto la ciudad luz y se la imaginó a su antojo. Sí, él tendría que vivir allí y en
las noches viajaría en un Pegaso hasta su ventana con una rosa,
siempre que pensaba en él, un olor a azahar se impregnaba de todo y juró que no lo
dejaría irse más de su lado.
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