Réquiem por alguien que casi no ha muerto. (Jesús Míguez Lima )



Hoy releo tu carta, también sería tu cumpleaños, escogiste bien la fecha, siempre dejaste tu huella  por todos lados  y no podía ser otra. Mal presagio, dijeron las comadres y las brujas del pueblo, yo creo que se equivocaron y pienso que todo fue un cuento de duendes asustados que huían de Lucifer, como decía la tía Nena, el del rabo largo anda suelto.

Día de apariciones, de fantasmas, de espíritus, de brujas, que para algunos significa el Día de todos los Santos; para otros Día de los muertos, para los sajones, Halloween, Noche de Difuntos, Noche de Brujas, decían los celtas para disfrazarse y aplacar a los Druidas, verdaderos demonios que pedían comida. Es la leyenda que se asume de muchas maneras pero no deja de ser un día controversial para llegar asomando primero una mano y no la cabeza como es la rutina o como casi todos llegamos a este Universo tan lleno de secretos y misterios, todavía indescifrables para los habitantes del planeta.
Te  fuiste pronto, hermano, no estuve a tu lado y sentí que me necesitabas, yo lo presentía, que tal vez a la hora de irte para siempre, recordarías aquella conversación, donde me consolabas y me decías:

-Gini, no es tan fácil morirse-  y yo me reía y te creía de verdad, después no supe qué tan malo te fue, hubiera querido estar a tu lado, ya me había ido, todos se iban y yo no podía hacer otra cosa, me tocaba.

Hoy te recuerdo y releo tu carta, la única que tengo a mi lado que no era para mí y me río todavía de tus cosas, se la leí a  todos en casa, a los muchachos y a Alex, Carmen nos la trajo, sé que eres injusto con ella en algo que dices, tú sabes de qué hablo, los muertos lo saben todo.


Me voy a permitir ponerla en mi blog, GINITEANDO, como te gustaría leerlo, sé me entenderías y serías mi mejor lector y me ayudarías en tantas cosas. Bueno, creo que no lo hago tan mal, aunque no me lean tanto, me siento feliz de poderte recordar en algo que hago, ya basta que hasta siento deseos de llorar y no es  el cuento, aunque tú te hayas muerto y sea el día de brujas.

No descanses en paz, no era tu estilo. No; sigue como eras vivo y ya me contarás el día en que nos encontremos, porque yo te buscaré allá... ¿En el cielo...? Bueno, donde sea, hermano.…te encontraré...  



 Epílogo:
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. 
La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

François Mauriac

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