El mundo se va a caer y el rey lo debe saber.



Cuando pienso que el mundo cabe en mi mano, que lo manoseo, que lo pinto de colores desde mi pequeño computador, que soy dueña de toda la información, -debo ser muy importante, me digo bajito-. No existen vallas que me impidan estar cerca de todo lo que acontece en esta aldea de la Modernidad, desde la mueca de Michel Obama, el coqueteo del presidente, la seducción de la ministra, el funeral de un líder del siglo XX y como una espectadora impertinente obsevo desde lejos, rebusco en mi interior para saber que sitio ocupo en este mapa donde me toca por decisión de mi pertenencia a este planeta un puntito y voy tras él.

Me asomo desde mi ratón con mi telescopio online, pienso que las cosas deben andar muy mal para el creador del Universo cuando no pudo evitar que Obama le diera la mano a un dictador como el hermano Castro, mi paisano, que se olvidara del muerto ilustre que luchó por los derechos humanos que el saludado pisotea. Creo que nadie le ha dicho al gran Señor, que no parece estar muy al tanto,  que el mundo ando revuelto que en Cuba se apresa a los que luchan por las mismas libertades por las que honran al gran muerto.

Regreso a mi rincón y pienso en el Papa Francisco que ahora es el transformador del mundo, en Nicolás Maduro que ganó allá en Venezuela las elecciones, en Fidel Castro que morirá en su cama lentamente con el perdón de sus pecados, en los gobiernos demócratas, en los que no lo son y se abrazan, se besan y se dan la mano, pienso muy en serio que el mundo anda al revés ¿O seré yo?

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