Para despertar hacen falta dormir y soñar...



La concepción de la vida  como un sueño es muy antigua, muchas referencias así lo atestiguan, lo vemos en el pensamiento hindú,en la filosofía griega, en la mística persa, en la moral budista, así como en la tradición judeo-cristiana.
 Para Platón, el hombre vive en un mundo de tinieblas, en una cueva de la que sólo podrá liberarse, buscando el bien. De esta forma el hombre llegará a la luz, despojándose de la materialidad, despertando a un mundo de libertad e individualidad. 


 La soledad, la piedra, la prehistoria, eran nuestros padres, para ser como somos ahora los necesitamos a ellos, de las tinieblas salieron a la luz, nosotros somos el resultado de ellos, todo tiene un por qué y su momento, para despertar hacia falta dormir y soñar.



Segismundo, el personaje de la obra La vida es sueño de Calderón de la Barca vive en un principio dentro de una cárcel, de una caverna, donde permanece en la más completa oscuridad por el desconocimiento de sí mismo; sólo cuando es capaz de saber quién es, consigue el triunfo. Es el más representativo, vive ajeno al mundo que lo rodea, ya durmió lo suficiente, ha de despertar y reconocerse como un ser social, es el triunfo de la identidad, del ser humano, no ha de vivir en tinieblas ni en un sueño eterno porque el hombre ha de salir de las tinieblas en busca de la luz, la luz en el encuentro consigo mismo, saber  quién es. 
 No concibo al hombre en soledad lo que nos hace humanos es el poder de la comunicación, no el taparrabos , ni la posición bípeda, no nos convertimos en  humanos cuando caminamos en dos pies, nos humanizo la magia del lenguaje, no importa cual, el de los ojos, el de las manos, el de los gestos y cuando fuimos capaces de articular las palabras nacimos al universo por la magia de la palabra  nos adueñamos del planeta para no dejar de ser nunca más parte del paisaje, somos un ser social, no creo en anacoretas, ni en islas del pan, nos necesitamos para construir la aldea, por estas razones y otras podrán hacer citas de filósofos, sociólogos, poetas, científicos , el que escribe lo hace para ser leído ¿por cuántos? Puede ser un solo interlocutor, la carta íntima donde se desborda el alma, para un círculo pequeño pero si se escribe para un público, no existe el negro sin el blanco, no puede existir un escritor sin lector. No creo que el placer de escribir se quede encerrado en las cuartillas que a veces van al cajón, buscamos otras y vamos en busca del universo, porque el escritor es eso, es el mundo que no le cabe en el pecho y tiene que soltarlo en silabas, garabatos para verse reflejado en otras, en el espejo mágico de la bruja del cuento fascinante y eterno…
Es el destiempo del tiempo, somos los libros que leyeron otros, la foto estrujada del fotógrafo que roba las esquinas empolvadas de los rostros atrapados en el ritualismo de la modernidad que quedaran en los museos del viento y nos recordaran que fuimos testigos fugaces de momentos eternos.
Los dioses rotos nos recuerdan a la tierra hermosa que nos hace y nos deshace en la servidumbre  de una sociedad que se apropia de tu tiempo y nos regala a cambio del sacrificio, el confort, los rostros inmóviles que sonríen a las maquinas, a los roedores de las noches donde escondemos nuestros miedos y mostramos con orgullo nuestra vida recién entrenada a la contemporaneidad, nos mira y saluda desde los cachivaches de artistas ambulantes y soñolientos de una ciudad que sueña con sus ojos repletos de luces, imágenes, mujeres y hombres perfectos, en los tranvías, en los panes, en los mimos cansados, en los hot dog, en los terroristas, los tiranos, los poetas, insomnes, travestis, camioneros, doctores, políticos, rabinos, sacerdotes, depredadores de sueños que no podrán impedir que podamos seguir soñando y cambiando el rumbo del universo a donde llegamos un buen día, lo habitamos  comenzando a soñar y a despertar con la sonrisa que nos regalo una antigua divinidad a la cual le rendimos culto cada vez que sonreímos a la llegada en un nuevo amanecer.

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