Poemas de Antonio Moya, un señor poeta español


AUSENCIA
No sé cómo explicarlo.
Pero para poder decirte
que "te quiero"
necesito, preciso
de tu ausencia.
Tu existencia real, aquí,
a mi lado,
en esta tarde época
de otra tarde
(en la que tú no estabas),
con tu mano estrechándose
a mi mano,
me inhibe la palabra
(y no te hablo, no, nunca te hablo).
Sustituyo los verbos por los
actos sumisos

Antonio Moya, poeta.
Vive en Murcia Albacete, España.

a esa región de ti
por la que el sol
blande su última espada.

No sé cómo explicarlo.
Esa región de ti,

ya sean tus ojos, tu nariz
de perfil, tu boca-océano,
el cuello en que reposa tu
cabeza...
me inhibe la palabra
(y no te hablo, no, nunca te hablo).
Todo son actos, todo:
tocarte las orejas,
besar tu frente mansa,
resbalar por tu vientre
como un pez en el cauce
de un afluente perdido,
adivinarte el sexo
y su retórica
con la yema más dócil
de mis dedos...

Todo, todo son actos.



Para poder decirte que
"te quiero"
me remonto a tu ausencia,
cuando eras un posible
de lo que eres ahora
(entonces yo decía: "la quiero",
sí, sí, "la quiero").
Ahora (real, firme, rotunda
criatura del ocaso)
sólo puedo mirar, tocar,
besar, asirme
a tu contorno resurrecto
en crepúsculo
y esperar al oscuro
momento en que te vayas.
Entonces, ya invisible,
ya espectral (tú),
solo en mi noche sola (yo)
podré escribir:
"la quiero", sí, sí, "la quiero"...

Y, tras el cristal
telúrico de sombra,
perderse una paloma...

<Lejos de la cordura.



ESPEJO
Recordarte es quererte
aunque sea un poco,
pues acaricio
lo que tengo de ti,
ya lejos, ya promesa
del viento pasajero.

Lo que tengo de ti
yo lo acaricio,
aunque parezca loco.
Pero tengo de ti
el cabello y el nombre
y la piel y la dicha
y el pecho, el abandono,
y el sexo
y la desidia.
Te lo acaricio todo
en el recuerdo,
te enciendo toda,
te prendo como a un fósforo,
ilumino mis calles
con tu fuego perpetuo,
la noche de mi verso,
el jardín de los otros
recuerdos que en ti
amparo
y que son como anexos
al recuerdo de ti.

Y así
queda tu luz en un
rincón, pequeño, sí,
pequeño, aquí,
en el corazón,
latiendo, latiendo
mientras su eco
se disipa hacia atrás,
vagando hacia tu origen,
hacia ti, tú real,
concreta, firme,
y ahora...
espejo.



CONTIGO
Si no es contigo, amor
si no es contigo,
¿con qué beso seguir
hacia otro norte?,
¿dónde el viento
olvidó su escalera?
Es tan lejano el cielo,
amor,
si no es contigo...

Me perderé en la lluvia
del estío,
me perderé en los días
y sus propósitos,
en la niebla del barrio,
en las palabras,
en el café, en el parque,
en el gentío.
Y no quiero perderme, amor,
si no es contigo.

Me llaman los amigos;
los ruiseñores cantan
su luz;
las estrellas proponen
desafío;
todo parece igual:
fumar, escribir, caminar...
Pero a todo le llega
su dolor
si no es contigo, amor,
si no es contigo...
(Te ausentaste una tarde
y se secó la dalia,
caminaste hasta octubre
y se murió septiembre).

Qué dolor estos versos,
qué dolor las ventanas
y qué dolor la dicha
de mi ser, porque te sabe
nueva y regresada,
aquí, yo en ti,
contigo.
---Antonio Moya---
Copyright 2013


 LADRIDO
Al nómada le muerde
lo que viene,
esa coyuntura azarosa
de horas no llegadas.
Avanza y sabe
que conquista tramos
sentidos, ocasos deseados.
Vive en el camino.
Nombrar a dios es absurdo;
también nombrar la patria.
© Antonio Moya 






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