Reflexiones de un caminante



Camino por mi jardín de rosas y azucenas, llueve y oigo a Serrat y a Matt Monro, Mateo hace pipi en el primer árbol que esta a su paso, pienso quien fuera el tan seguro de sí mismo que puede orinar en el primer árbol, no intento explicar nada solo me aturde mi curiosidad, sigo caminando de la cuerda de Mateo, no juzgo a los que van a mi lado, solo algún saludo convencional, la vida me parece muy complicada y misteriosa otras simple y aburrida.

Aunque trato de pasar inadvertida, no saldré de este mundo sin la convicción de que solo la razón y la verdad son irrefutables, cuando la pasión, el amor y la sinrazón me cuelgan del cielo, que el papel de los locos y poetas mueven las fuerzas incontenibles de nuestros más tiernos atardeceres en este desconsolado planeta aunque los demás intenten corregirlo… Por eso comprendo que es tan difícil con precisión juzgar a los hombres.

Todos los días los avances tecnológicos me empujan a cambiar de opinión, delirante me lanzo a lugares desconocidos dentro de mi imaginación en busca de la pos modernidad, aunque suene mal el nombrecito y llegan claras las dudas y el vacío y lo que escribo un día siento que ya no me pertenece y regreso a mi mundo arcoiris, sublime, real e irreal . Me abstengo de condenar ni explicar nada, huyo antes de encontrarme con mi mundo interior y confrontarlo con el otro para que no me descubran que soy irracional, lo que creo y lo que no, me pertenece a mi y a los muertos, sigo de las manos de Mateo porque descubro que ahora lleva manos y pies y pienso en un arrebato sentimental filosófico, es verdad que existe Dios, mientras saludo a uno que trae a su perro de la mano.

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