Secreto. Camino II



Siguió por donde las malezas le permitían el paso, pensaba en muchas cosas, como siempre la incertidumbre de su origen la atormento por un buen rato, durante la marcha se distrajo con los sonidos del bosque y el olor a azahar le trajo los recuerdos indescifrables, nunca logró adivinar de dónde venían ni por que la asaltaban siempre que sentía miedo a la oscuridad.
De pronto se aparto de camino porque algo diminuto estaba ahí, moviéndose como una culebra y nunca le gusto aplastar a los animalitos, se acerco y era un diminuto gatito con los ojos cerrados, lo recogió, lo arropo, pensó que sentía frío y el sereno de la madrugada lo había mojado. Se lo llevaría y hasta le pondría un nombre, era difícil detectar el sexo y decidió ponerle Camino porque ahí lo encontró y sería su companero o companera en esta aventura, que si bien la entristecía porque todo quedaba atrás, le gustaba enfrentar  a los miedos para descubrir cómo eliminarlos en el futuro y siguió en andando, ya no iba sola, sintió  un miau indefenso, Camino necesitaba de ella, no lo abandonaría nunca.

¿Cuál de las hijas del Señor Mercio López ¿Será mi madre?
Nunca dudó que ella era un miembro más de la casa, la señora Mercedes, descartada, había muerto ya nadie sabía cuántos años atrás. Tenía que ser o bien Sofía, la menor vivaracha y feliz, Olga taciturna, de pocas palabras pero muy atenta a todo lo que ocurría en la casona también en los chismes del pueblo, no porque lo pregonaba, cuando alguien quería saber qué pasó con algún cristiano del vecindario se sabía todos los detalles, como le llegaban estas informaciones, un misterio como mi propia existencia en la casona, estaba segura que ella si sabia de todo lo relacionado con mi venida al mundo, pero también estaba segura que nunca lo diría y mucho menos a mi, ella no podía ser mi madre, porque siempre la rechace; Inés, delicada y confidente, a todos oía, lo mismo al empleado que al miembro de la familia todo el que tenía algún conflicto buscaba la protección de la dulce jovencita, Sagrario, con aquel nombre de la abuela, era la más descomplicada de las hermanas, parecía que todo le venía bien y no participaba en los temas de la familia, le parecían aburridos y muchas veces repetidos, desde luego los que a la familia le convenía que se repitieran para los temas Mercio López se las arreglaba para hacer que todos guardaran silencio.
Mi llegaba a la casona estaba rodeada de misterios, pensaba algún pecado se esconde detrás de estas paredes amuralladas, mi propio nombre era un misterio, así que me fui acostumbrando y aficionando a los secretos que encerraba la vieja casona de los López que hasta llegar a gustarme todo lo que estaba prohibido en aquella casa, además de pensar que todo tenía una relación conmigo, con mi nombre y mi llegada a este mundo. Así que me aficione a las conversaciones prohibidas que gustaba escuchar detrás de las puertas y en voz de Mercio López se convertían en mi más codiciados misterios.

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