Los dioses también pasan de moda.
Estas reflexiones baratas, no me cuestan nada, por eso lo digo, no por otra cosa, se me ocurrieron mientras hago el desayuno, lo dejo a medias y busco mi rincón desde donde salen estas ocurrencias de quien vive en este mundo y oye noticias, tiene internet, esta en Facebook , en Twitter y este año va a votar por primera vez en su vida, parece que tengo un maleficio con esto de votar porque no tengo candidato, la Hilary no me gusta y Trump me parece un troglodita que habla mal de las mujeres.
Sigo pensando en los dioses, un tema que me fascina desde que leí a Homero, me parecían tan seductores y humanos pero eran muchos y nunca pude quedarme con uno solo. Me gustaba Palas Atenea, que los romanos llamaron Minerva, Apolo demasiado figurín me pareció siempre un gigolo, mejor dejo eso, Zeus ese si que lanzaba la flecha y ordenaba los truenos, lo confieso, me atraía mucho... Asi me paso con Trump al principio, lo veía poderoso pero me resultó un patán.
Siempre acudimos a un altar ante el cual nos arrodillamos, diría al más común, el que esté de moda o el que nos convenga por múltiples razones o al que le tememos porque no somos capaces de escoger nuestros propios misterios, algunos lo esconden y rinden culto a dioses paganos, sienten miedo de la opinión del mundo o del amigo cómplice que nos susurra al oído todo lo que nos gusta escuchar y ante e él también se arrodillan o a lo moderno, se buscan un robot, made in China que a todo dicen YES porque los dioses también pasan de moda y estamos en un cambio de Era para muchas cosas para otras, siguen en sus aldeas ahora con otro taparrabos también Made in China. Esto lo dejo para otra reflexión que estaré acompañada nada más ni nada menos que por el mismísimo Friedrich Wilhelm Nietzsche. Si, el filósofo austriaco que tanto revuelo ha formado con eso de la muerte de Dios.
Sigo reflexionando en primera persona, Yo me arrodillo ante la creación, no escojo Dios, todos forman parte de la contracultura que tanto rechazamos y a la vez le debemos y le restamos, unos le dan el significado que más acomoda al santo que hay que adorar porque necesitan de sus risas, de sus aplausos, de la aprobación de los demás, según estén las encuestas y la bolsa de valores, a quienes adulan y se hacen cómplices. Yo no, cuando no encuentro aplausos y loas, lloro en silencio y me invento un palacio de oro y marfil…
Si alguno se ve reflejado en estas escuálidas reflexiones que se preocupe, no es un buen ciudadano de este mundo y posiblemente no lo sea tampoco de su aldea. Amen, que su santo lo proteja o su robot o su destino.
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