GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA. (Parte 2)
SU CORRESPONDENCIA Y LA EXALTACIÓN DE UNA PASIÓN DESENFRENADA.


 "¿Qué ser divino era aquel?
¿Era un ángel o era un hombre?
¿Mi visión no tiene nombre?
¡Ah! Nombre tiene... ¡Era Él!"
 Tula.

El público que admira y conoce la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda sabia de la triple corona de novelista, de poeta lírica y de autora dramática de sus grandes éxitos en España en el teatro, en su poesía y su obra narrativa. Hoy no sería posible conocerla en su estilo epistolar si no fuera por unos manuscritos, transmitidos por el que fuera su propietario, el señor don Ignacio de Cepeda y Alcalde, las entregó para ser publicadas y gracias a esa acción podemos disfrutar de esta faceta autobiográfica de la Tula, inspiradas en la gran pasión amorosa, de la que fueron objeto de sus más genuinos sentimientos amores, a su ídolo, a su Dios, sabemos que era muy religiosa como lo eran la mayoría de las damas en el siglo XIX, en España que a la sazón allí vivía y gracias a la acción del  señor Ignacio Cepeda, (no conozco el parentesco que pudiera tener con el anterior) esas notas no fueron condenadas a la destrucción y en ellas encontramos a la mujer que amó intensamente a la vida y la pasión por el hombre
Corría el año 1839 cuando la joven Tula, en la sazón de su belleza, conoce a un joven que llenaba todas las expectativas que una mujer puede encontrar en un varón de su edad, su clase social y belleza, el lo era, joven atractivo, bondadoso, cortés, elegante y un tipazo, me imagino lo suficiente para que entre ellos se encendiera una pasión algo desmesurada que en sus cartas y citas quedaron como testigos, pues este joven se llamaba Don Ignacio de Cepeda, en aquella época estudiante de Derecho, Un buen partido para cualquier época y para una mujer, enamorada del amor y de la vida.
El hecho es, que en los primeros meses del año 1840, pierden las cartas su tinte apasionado hasta convertirse en una correspondencia entre dos amigos muy íntimos, muy queridos, pero nada, más que amigos, este cambio en las relaciones  la poetisa sufrió una crisis moral, depresiva, diríamos hoy , dejando en el alma huellas, imborrables y aptitudes que solo una pasión muy grande puede expresar de la forma en que lo hizo, la gran escritora.
 «En un rapto de mal humor -decía- he rasgado dos actos de mi drama . En otro rapto de mal humor hice trizas el vestido que debía ponerme esta noche... no será extraño, que en otro me arroje por el balcón... Adiós, ten compasión de una mujer, que pudo ser algo en el mundo y que ya es nada. Ámame o mátame... no hay para mí otra alternativa. ¡Tantos días sin verte!... ¿tienes de hielo el corazón?... ¿qué significa esto?... ¿Te pesa ya mi amor?... Acaso te pese, pero no tanto como a mí la vida.»
 Pronto, la apasionada poeta camagüeyana encuentra consuelo cuando conoce al poeta Gabriel García Tassara. Entre ellos nace una relación basada en el amor, los celos, el orgullo y el temor. En 1847, se encuentra embarazada y soltera en el Madrid de mediados del siglo XIX.
No fue afortunada en el amor la Tula y será en una tercera parte de este articulo que analizaremos su amor por Tassara y la hija entre ambos .Sus cartas amorosas la van delatando aunque sabemos se casó dos veces con personas adecuadas a su clase social , si los amo con la intensidad que muestra en sus cartas a los anteriores amantes, no lo sabremos , no existen testimonios que lo descubran.

Hasta aquí por hoy y recuerden que , la historia de esta pasión de la impredecible Gertrudis, recién comienza.
Agradecimientos a Gema Castanedo.
Conocía de la existencia de esas cartas y de la gran pasión que siente la poetisa por los hombres que amo, no las sabia publicadas y gracias a Gema Castanedo que las encontró hoy escribo de estos temas tan cercanos a mis gustos de mujer curiosa y como se que existen otras y otros con las mismas inclinaciones aqui les muestro con mi modesto aporte.

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