Tras las huellas de Jose Martí, en un aniversario de su nacimiento.

 El epistolario martiano.
La lectura del epistolario martiano es una fuente inagotable para acercarnos al gran hombre. El estilo del escritor se nos muestra en todo su esplendor de un verdadero renovador de la expresión artística que anuncia la llegada de la modernidad, un derroche para los más exigentes. Esta carta en particular no puede faltar, les aseguro que volverán por otras.

Desde la cárcel envió esa foto a su madre, Leonor Pérez Cabrera, y otra a su amigo Fermín Valdés Domínguez. Las dos las dedicó con un verso.*


10 de Noviembre (1869)
Madre mía:
Hace dos días que escribí a V. con un francés que viene a ver a los Domínguez, no el que fue allá, y me ha dicho que no ha podido llevar la carta. Me prometió llevarla. Dígame si va.
Anteayer también escribí a V.; pero no he tenido con quien mandar las cartas y no quiero que pasen en la cantina por la puerta. Como escribo a V. hoy rompo la carta de antier. Ayer estuvo aquí el Fiscal y me preguntó con bastante interés por mi causa y su estado. Le dije lo que sabía; pero es muy extraño esto de que el que me ha de juzgar tenga que preguntarme por qué estoy preso.—
Según me ha dicho, alguien le ha hablado de mí.—Los Domínguez y Sellén saldrán al fin en libertad, y yo me quedaré encerrado. Los resultados de la prisión me espantan muy poco; pero yo no sufro estar preso mucho tiempo. Y esto es lo único que pido. Que se ande aprisa, que al que nada hizo, nada le han de hacer. A lo menos, de nada me podrán culpar que yo no pueda deshacer.
Mucho siento estar metido entre rejas; —pero de mucho me sirve mi prisión. — Bastantes lecciones me ha dado para mi vida, que auguro que ha de ser corta, y no las dejaré de aprovechar. —Tengo 16 años, y muchos viejos me han dicho que parezco un viejo. Y algo tienen razón; —porque si tengo en toda su fuerza el atolondramiento y la efervescencia de mis pocos años, tengo en cambio un corazón tan chica como herido.—Es verdad que V. padece mucho ; —pero también lo es que yo padezco más. ¡Dios quiera que en medio de mi felicidad pueda yo algún día contarle los tropiezos de mi vida!
Estoy preso, y esta es una verdad de Perogrullo, pero nada me hace falta, sino es de cuando en cuando 2 ó 3 rs. para tomar café; —pero hoy es la primera vez que me sucede. —Sin embargo, cuando se pasa uno sin ver a su familia ni a ninguno de los que quiere, bien puede pasar un día sin tomar café. —Papá me dio 5 ó 6 rs. el Lunes. —Di 2 ó 3 de limosna y presté 2.
Tráiganme el Domingo a alguna de las chiquitas.
Esta es una fea escuela; porque aunque vienen mujeres decentes, no faltan algunas que no lo son.
Tan no faltan, que la visita de 4 es diaria. A Dios gracias el cuerpo de las mujeres se hizo para mí de piedra. —Su alma es lo inmensamente grande, y si la tienen fea, bien pueden irse a brindar a otro lado sus hermosuras. —Todo conseguirá la Cárcel menos hacerme variar de opinión en este asunto.
En la Cárcel no he escrito ni un verso. —En parte me alegra, porque ya V. sabe cómo son y cómo serán los versos que yo escriba.
Aquí todos me hablan del Sr. Mendive, y esto me alegra. —Mándame libros de versos y uno grande que se llama “El Museo Universal”. —Dele su bendición a su hijo.
Pepe

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