Cuba llora a sus muertos, su capital busca entre los escombros y los tiranos bailan y beben y celebran...

 


Ahora que Cuba llora la muerte de sus hijos, aunque los tiranos y sus compinches bailen y beban en la capital, ni una nota de pésame para las familias que sufren la pérdida de sus seres queridos, Diaz Canel y su séquito se divierten y agasajan al ilustre invitado mejicano, el corrupto presidente de México,  despreciable defensor de los narcos, títere del socialismo comunista que en el mundo todos los conocemos, por sanguinarios y violadores de todos los derechos que tenemos los seres vivos al venir a este mundo que a todos nos pertenece, no era de esperar nada de estos representantes de países fallidos. Ni a la hipocresía diplomática acudieron para decir algunas frases de consuelo y decencia ni eso, impunes, soberbios malandrines, no respetan nada y aunque crean que la Humanidad no los observa, si existen quienes les pasarán la cuenta a esos canallas que hoy ocupan cargos que los convierten en viles ciudadanos que deshonran al género humano.  


Yo te saludo, mi Habana y te doy el pésame por tus muertos, un edificio menos en el paisaje habanero, es triste ver cómo se derrumba pero estamos más cerca que nunca para derrocar tanta ignominia, tanta crueldad y vendrán los días que celebraremos la derrota del régimen que hoy nos enlútese, nos encarcela, nos asesina, ya la dictadura caduca que no tiene razon de ser en un mundo civilizado y la vamos a destruir, ahora si estamos llegando, el 11 de junio se empezó a dar señales que estamos de pie.

Mi Habana, mi vieja capital, no importa la voracidad del tiempo ni el abandono, ni la ferocidad de los tiranos, siempre nos recibes con palmadas en el hombro y  sonríes coqueta y rumbosa, a todos  los que llegamos y los recibes con un beso como la mujer que recibe a su hombre, que quiere volver a ser la reina del Caribe con sus estampas intimas, sus colores, el azul de su mar y de su cielo...

Y nos hace recordar a los habaneros ausentes, desde sus patios andaluces y detrás de las columnas una Penélope habanera nos espera contando las olas del mar, nos envuelve en guiños mimosos y desde su sonrisa aterciopelada nos regala una flor.

Mi querida Habana tengo una cita contigo en la vieja ceiba y con mis mundos mágicos volveré por ti, te contaré que es muy duro deambular, que es duro estar lejos de casa.

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