EL VIEJO TREN
Este es uno de Cuentos de amor, travesuras y misterios, casi infantiles donde me refugio cuando el presente me muestra su cara fea, regreso a ellos y salgo con el olor a azahar de mi pueblito que nunca me ha abandonado, muy cerca de mi eterna juventud. De cuando leía a Corín Tellado y me sentía la protagonista, síndrome que no he logrado quitármelo con los años, ni con los calificativos que he recibido.
EL VIEJO TREN
Regresaba....parecía que la niña traviesa daba paso a la joven, a la mujer....pero no era así porque siento que nunca he dejado de ser la que juega con sus muñecas, que necesita de todos, la que sigue haciendo las mismas preguntas... ¿Me quieres? ¿Estás bravo conmigo? Sólo que ahora viajaba sola en el viejo tren. Siempre me han gustado los trenes, porque me acurruco en el asiento y a leer, era mi época galdosiana, recuerdo que me traía a Doña Perfecta, en él leí el final, no lo he olvidado nunca....cuando ella le grita a su empleado: “Mátalo Caballico, mátalo..."qué cosa la de este personaje, la santa, la ratica de sacristía mandaba a matar...me gustó mucho aunque mataran a Pepe Rey, uno de mis personajes favoritos de Galdós. Cuando me cansaba de leer, porque el viaje era interminable en el tren de mi pueblito, sólo ése, uno solo, entonces miraba por la ventanilla y veía como el paisaje pasaba ante mis ojos como un cuadro futurista, todo se mezclaba y no sabías si era el tren el que caminaba o era el paisaje.....claro, mi viejo tren lento y ruidoso a veces iba tan despacito que sentías deseos de bajarte y marchar a su lado y eso del cuadro futurista sólo estaba en mi imaginación.
También se prestaba para comer cuanta golosina te vendían por el camino, yo que soy un oso para la miel, me llenaba los bolsillos de caramelos, chocolates, coquitos y mientras sacaba mis chucherías del bolsillos maravilloso, me encontré con un papelito arrugado y escritos unos versos parece que en algún momento me gustaron, en eso me pidieron el billete y tuve que guardarlos de nuevo, los leería después... Se me olvidaron, pero fui en busca de otro caramelo y de nuevo el papelito arrugado, lo miré casi lo tiro por la ventanilla, pero me dije y si es una dirección, un teléfono y fue entonces que lo leí..."Es el destino---sigo leyendo bajito---ese camino ---leo más--- a la eternidad de las mariposas"---y ese poema hablándome del destino, de las mariposas, sería que era un presagio que mi vida permanecería atada a mi Príncipe, me dije---No, tú te lo inventaste, rómpelo, no caigas en acertijos---lo iba a tirar, pero soy cacharrera y lo estrujé de nuevo y al bolsillo con mis golosinas . Después mi mama me lo recordó, cuando ya de regreso me escribía contándome:
"Marita, encontré un papelito estrujado en el bolsillo de la chaqueta ¿Tienes novio? Te lo dejé ahí mismo, pero recuerda a tu madre es a la primera que debes contárselo"---creo que nunca le explique---y lo guardé en mi baúl...aún lo conservo.
El viaje en tren era para dos cosas, leer y comer. Recuerdo ese día iba rápido como si adivinara los deseos que sentía por llegar a enfrentarme con el hechizo, no lo tendría eternamente como huésped absoluto de mi corazón salía o entraba para quedarse, no podía vivir con tantos sueños, necesita su mirada recorriéndome de verdad, oír su voz, ver su sonrisa que de tanto imaginarlo se me empezaba a desdibujar, en fin quería acabar con el fantasma que no me dejaba estudiar Latín, hasta me habían suspendido. Sí, estaba dispuesta a romper el hechizo, lo haría, estaba segura...saldría de mi cama, de mis cuadernos, rompería la foto que tenía en la gaveta o no la miraría más nunca, aunque la dejara ahí como un recuerdo.
Todo eso pensaba, mientras el tren trataba de frenar, porque eso de parar el tren era complicadito...Al fin paró.....que alegría, lo veía todo tan diferente, pero ahora era en colores, de verdad...estaba allí, ya no eran recuerdos y me dije, voy a darles la sorpresa, cogí un carretón comiquisimo, dando tumbos llegué.
-Pero, hija, tú con tus cosas vas a acabar con uno.
Abrazos, besos, regalitos que traía para todos, los vecinos por las ventanas a husmear y yo feliz de encontrarme con mis cosas, mis amigos, mis animalitos y casi al momento me fui a visitar a todo el mundo. Muchos años después cuando recordaba estos momentos me di cuenta que nunca mas senti el calor de los abrazos como aquel dia que regresaba a mi pueblito y yo me sentía casi una heroína de un cuento que me había inventado porque eso de los inventos... mejor ni lo cuento.
Me salió bien eso de no decirle a mi mamá la hora por eso de los recibimientos, porque era capaz de avisarles a todos en el pueblo que su hija regresaba de vacaciones porque estaba estudiando en La Habana y allí tendría todo orquestada una sabrosa bienvenida. Eso que te dicen: todo igualito, como lo dejaste es un cuento, ni yo era la misma, ni el pueblo ni la gentes, el viejo Dámaso había muerto, tuve que darle el pésame a mi padre porque era su paisano y el único amigo que el viejo tenia, él lo sintió de verdad, menos mal, pensaba tuvo alguien que lo lloró, aunque se decían cosas feas de él por el pueblo, mi padre me decía bajito:
- La mitad son invenciones de las brujas que no tienen nada que hacer, me gustó eso, por otro lado, siempre he sentido miedo que las personas se pongan bravas conmigo y si era mi papá hasta lloraba de sólo pensarlo, había pensado siempre que él se ponía bravo cuando me escondía del viejo Dámaso y fue entonces que le confesé el miedo que le tenía ....Maravilla, nunca se había puesto bravo conmigo por eso y con su sonrisa que siempre guardo, entre triste y socarrona, me dijo: lo sabía, lo sabía, tienes que quitarte de esos miedos....le di un beso y le dije:
-Yo te quiero mucho, porque en esos momentos descubrí que nunca se lo había dicho...él me respondió con sus ojos claros, ya arrugados.
-Yo también os quiero mucho ---- era de pocas palabras para expresar el amor no salí a él --- que lo tenía que estar manifestando siempre...se ha hecho una necesidad.
No me había trazado un plan como encontrármelo, pero la necesidad que sentía antes de ir a la casona, ya no la tenía, quería un encuentro casual...ya me las inventaría. Por lo pronto visité a mis amigas, arrumacos, besos, chismes, algunas con novios y otras hasta casadas con la felicidad retratada en las panzas y yo feliz de estar de vueltas, en busca de mi Príncipe. Solo una de mis amigas conocía mi pasión y estábamos locas por estar a solas y hablar, hablar hasta el agotamiento, no pude hacerlo, se tuvo que ir para Oriente y no la vi. Más, así que me quedé sola con mi secreto, quería contarlo, gritarlo...pero ¿A quién? Tenía que buscar una salida, porque sentí que estaba sufriendo , se me humedecían los ojos con facilidad y cuando me quedaba en mi viejo cuarto de niña feliz y traviesa me echaba a llorar, el hechizo estaba ahí, me arrinconaba y me hacía pedazos...tenía que matar al fantasma que todas las noches venía a halarme por los pies, desde entonces los escondo siempre, los tapo por miedo a los invisibles nocturnos que todas las noches están ahí...los siento, nunca los he visto, porque el día que suceda, de verdad que me muero del susto ¡Ay! qué miedo de solo pensarlo...
Me reí, vamos, mátalo tú a él ahora, acábalo y vuelve a ser la niña feliz, la malcriada la consentida hijita de viejos...que cómico, si mi mama no era vieja. ¿Y si se lo contaba? Si... sería mi cómplice, pero esa idea la deseche de inmediato, ella por el medio, mejor que no, porque era tanto su amor por mí que lo mataba de verdad. Ay dios mío, otro crimen....me tapé la cabeza y....a dormir...cuatro angelitos tiene mi cama, cuatro ángel......qué... me la guardamm…
La ocasión se me presentó solita, no tuve que mover un dedito. Al otro día quise ir a casa del abuelo que estaba en las afueras y me fui tempranito a pedir botella....las cosas de la vida, el primer carro....mi Príncipe, el mismo, no me reconoció lo dejé -así que el niño daba botellas a muchachas desconocidas, qué bueno. Sentí que había empezado muy bien el día estaba a su lado, sin los ojos de la fea prima, porque para mí nunca dejó de serlo. Lo miraba, lo miraba, fui indiscreta, él se dio cuenta y me dijo.
- Si sientes miedo, te dejo en la parada.
-Ay, Dios mío. No, ¿Bajarme yo de aquí? No… eso nunca y le regalé mi mejor sonrisa mañanera.
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